sábado, 20 de julio de 2013

Renovación urbana del Centro Histórico de Tijuana (parte 1)

A diferencia del proceso tradicional de crecimiento que venían presentando las ciudades basado en la migración de zonas rurales a urbanas y que ha propiciado que la población urbana en México pase de tan sólo una décima parte a principios de 1900, a dos terceras partes en el 2003 (Garza, 2003); dicho proceso migratorio en conjunción con la diversidad de políticas de concentración industrial ha dado origen a grandes conglomerados urbanos (Unikel, 1976; Pradilla, 1993) en los que las políticas urbanas se caracterizaron por un marcado énfasis sobre modelos de expansión urbana.
El surgimiento de nuevas colonias, propició que algunos habitantes del centro urbano, optaran por cambiar su residencia hacia las nuevas áreas, que además dicho sea de paso, se promocionaban como la llegada de la modernidad y optando por rentar sus propiedades ante la presión inmobiliaria que generó el incremento de usos comerciales o habitacionales en esquemas de vecindad; factores que sin duda parecen haber iniciado un proceso de deterioro espacial y funcional, ya que el desplazamiento de los grupos económicamente más poderosos, hacia nuevas áreas de crecimiento, re-orienta las inversiones pública y privada fuera de la zona centro.

El cambio en los patrones de movilidad de la población y la progresiva construcción de colonias y fraccionamientos demandó la conformación de zonas comerciales y de servicios, que estratégicamente localizadas, pudieran cubrir las necesidades de la población, a fin de que no se trasladara al centro, situación que agudizó la problemática de los centros urbanos, al verse marginados del consumo de buena parte de la población, llegando a finales de la década de 1980 a caracterizarse, entre otros aspectos, por el deterioro en las edificaciones, la proliferación de comercio informal, hacinamiento y proliferación de viviendas en vecindad, inseguridad y otros tantos factores que propiciaron un agudo deterioro en la calidad del ambiente urbano.
 
A partir de 1980,las políticas urbanas sobre la ciudad comienzan a redefinir a los centros urbanos como centros históricos y son objeto de acciones que se califican como de rehabilitación, rescate, renovación y demás términos alusivos a un interés primordial: la conservación del patrimonio edificado y la puesta en valor de dichas zonas centrales, que durante las tres décadas anteriores habían permanecido inmersas en un proceso de deterioro.

Asumiendo su transformación; donde privilegiar la conservación del patrimonio urbano-arquitectónico sólo constituye otra acción tendiente a lograr la vigencia dentro de la estructura urbana actual, pero ahora ya no en términos comerciales o administrativos, sino turísticos y culturales
Algunos Centros Históricos han emprendido un proceso de transformación en este sentido. Tal es el caso de la ciudad de Morelia, El Centro Histórico de Quito, Ecuador, El Centro Histórico de la Cd. de México, de Querétaro, de Puebla, Veracruz, Torreón; todos ellos han emprendido no solo una regeneración físico espacial de su patrimonio edificado, sino también han implementado un conjunto de programas socioeconómicos, educativos y culturales destinados a mejorar la calidad de vida de quienes habitan y visitan la demarcación.

Si bien es cierto, el Centro Histórico de la ciudad de Tijuana, no es caracterizado por contar con patrimonio construido de relevante arquitectura; habremos de reconocer su importancia por ser el núcleo urbano original de planeamiento y construcción de nuestra ciudad, el que contiene bienes vinculados con su historia.
Nuestro Centro Histórico no ha escapado a los vaivenes del tiempo y en la actualidad pasa por una etapa difícil en su acontecer.  Muchos edificios han sido abandonados por sus propietarios, dando una imagen de total deterioro. Una proliferación del comercio informal que invade literalmente las vías públicas, el congestionamiento vehicular provocado principalmente por el transporte público, la inseguridad producida por conductas antisociales, el detrimento de la imagen urbana; todo esto causando una deteriorada calidad del ambiente urbano.
El deplorable estado actual del Centro refleja no solo insensibilidad, negligencia y desinterés hacia el patrimonio, sino también falta de conocimiento respecto a su gran potencial de desarrollo económico y social.
Es apremiante implementar un “Modelo de gestión” que ponga en valor su acervo patrimonial, que dé continuidad y que trascienda administraciones trienales y sexenales en donde participen de manera conjunta el gobierno y sociedad civil.

El fin de la recuperación de un espacio es el del uso público del mismo, no puede haber un rescate si no hay apropiación de los vecinos. Para que se dé una verdadera reparación de estos espacios urbanos de la ciudad no basta la inversión en la infraestructura o la restauración del patrimonio, sino hay que darle vida y esto se consigue mediante la gente. Hay que saber diversificar los usos del espacio en vivienda, negocios y actividades culturales y recreativas. El centro histórico de la ciudad es el espacio más importante en donde existen zonas de participación masiva y creo que la gran lección que hemos aprendido es que hay que hacer una sinergia entre lo público y lo privado, pero principalmente alentar la recuperación del espacio para que éste sea un espacio para la convivencia de la ciudadanía y para la construcción de una comunidad que sepa convivir de manera armónica en el espacio fundamental de una ciudad.
MArq. Diana Nieto Adame

“Del deterioro de la Imagen urbana en nuestra ciudad”.



El centro de Tijuana, así como muchas zonas de la ciudad expresan síntomas de una patología urbana que se denotan en su imagen misma.
El concepto de imagen urbana se encuentra estrechamente relacionado con la calidad del ambiente urbano, mismo que se conforma principalmente a través de la mezcla de elementos arquitectónicos, de diseño, arte y comunicación. Mismo que depende en gran medida del equilibrio de las fuerzas que interactúan en el espacio público y de las masas que lo componen, es decir entre el espacio natural y el construido, equilibrio que finalmente permite leer claramente a la ciudad y por tanto vivirla e identificarse con ella.
En nuestra ciudad que ha crecido tanto en magnitud como en complejidad, el desarrollo urbano ha tenido dos pautas históricas: una dinámica extremadamente acelerada y una falta de atención en muchos temas urbanos.
Dentro de estos temas podemos destacar el deterioro en el carácter y la imagen urbana debido a una incompatibilidad de usos de suelo, deterioro de las edificaciones, una caótica y desordenada señalización comercial, conflictos viales, deterioro de los espacios abiertos y una falta o descuido en el mobiliario urbano.
Las consecuencias de esta problemática se han enunciado muchas veces y aquí lo reitero: “Cuando el deterioro y descuido de la imagen urbana crea una fisonomía desordenada o un caos visual y ambiental, se pierde el arraigo y el afecto de la población por su localidad”.
Es importante que como ciudadanos y profesionistas hagamos propuestas que disminuyan el deterioro, con acciones por demás apremiantes:
  1.   En primer lugar reconocer y difundir que la imagen urbana es un elemento importante de la calidad de vida de las poblaciones y que constituye un elemento esencial del bienestar individual y social.
  2. Establecer y actualizar las bases normativas y técnicas para la integración del concepto de imagen urbana como parte del ordenamiento territorial.
  3. Integrar el concepto de imagen urbana en la elaboración de los proyectos de introducción y mejoramiento de los servicios urbanos básicos como el agua potable, drenaje, electricidad, alumbrado público así como el equipamiento urbano.
  4. Rehabilitación, diseño y creación de los espacios públicos, a partir de sus posibilidades reales de sustentabilidad económica y ecológica.
  5. Regular la instalación desordenada de anuncios espectaculares y antenas de telefonía en el espacio público.
  6. Regular la instalación de anuncios espectaculares en las vialidades primarias de la ciudad y procurar el retiro de todos aquellos que estén instalados en guarniciones, banquetas y camellones.
  7. Dotación de mobiliario adecuado a la función y carácter de cada zona de la ciudad.
  8. Elaboración de una Ley que regule la imagen urbana, de manera integral (Ley del Paisaje Urbano).

Estamos convencidos en que la alianza de esfuerzos de profesionistas y gobierno tendrá que dar como resultado mejores representaciones e imágenes de nuestra ciudad, diferentes a las que ya nos estamos acostumbrando.

 “A nuestra ciudad la queremos ver bella, sentir habitable, la queremos promocionar como la mejor ciudad para vivir y visitar”

MArq. Diana Nieto Adame

jueves, 23 de mayo de 2013

Recrear los espacios públicos, una estrategia para Tijuana

Yo vivo los espacios públicos, los recorro e identifico; pero también los interpreto.
Que me quieren decir?, que me quieren compartir?. Son voces altas que denuncian la usurpación y la indolencia, que reclaman la resurrección, el volver a la vida.
Ellos sufren nuestra ausencia, el abandono y se consideran espacios muchas veces ultrajados y sin identidad. No son de nadie, por eso el abandono y la ignominia
Villas del Prado, Tijuana, B.C.
La calidad de vida de los habitantes de cualquier ciudad está estrechamente relacionada tanto con el número de áreas verdes como con la calidad y cantidad de espacios públicos que ofrece a sus ciudadanos. Una ciudad incluyente, es aquella en la que sus ciudadanos pueden usar intensa y ordenadamente sus espacios públicos. Para esto, cada espacio público debe ser diseñado considerando las necesidades de sus usuarios, donde se incluya el entorno inmediato y la visión general de la ciudad.

La ciudad de Tijuana es uno de los centros urbanos más importantes del país, a la que día a día llegan muchas personas, provenientes de todas las regiones, expulsadas de sus lugares de origen como consecuencia de las políticas nacionales, en búsqueda de trasladarse a la Unión Americana con la esperanza de mejorar en cierta forma su calidad de vida. En los últimos tiempos este proceso se ve revertido, ya que debido a la falta de oportunidades de trabajo en aquel país, muchos inmigrantes regresan a esta ciudad, situación que finalmente desencadena en un rápido y desordenado crecimiento de la ciudad, la aparición de nuevos conglomerados con necesidades de servicios básicos, el caos del transporte y el acelerado deterioro ambiental configuran el escenario urbano.

También en nuestra ciudad existe un déficit de áreas verdes y una reducción del espacio público. Políticas municipales privilegian y favorecen demandas de sectores particulares en deterioro de la colectividad. Uno de esos casos tiene que ver con la prioridad que da el gobierno al automovilista en menoscabo del peatón. Las acciones en este tenor van en avanzada desproporción de las sujetas al transeúnte.
Gobiernos de otras latitudes;  han rectificado sus políticas públicas y en lugar de gastar tantos recursos en vialidades, han mejorado el transporte colectivo, creado ciclovías, creado plazas, parques y ensanchado las aceras en los barrios para recuperar la comunidad en los mismos. Son los casos de Jaime Lerner en Curitiba, Peñalosa y Mockus en Bogotá o con los últimos gobiernos de la ciudad de León, Gto. México, por mencionar algunos. Los resultados son excelentes y a menor costo.
La ciudad necesita urgentemente replantearse sus políticas sobre el espacio público y permitir la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones sobre el mismo, puesto que somos nosotros los que vivimos día a día, los problemas que el irrespeto al espacio público provoca en nuestra ciudad.

Un día Tijuana debería empezar a reconvertirse, hacer cambios cruciales, determinantes. Retomar las acciones que vienen descritas en tantos planes con que cuenta la ciudad y conformar estrategias. No sigamos acostumbrándonos a ver espacios deteriorados, con falta de mantenimiento, inconclusos e inacabados.
 Villas del Prado, Tijuana, B.C.

Importancia y beneficios de los espacios públicos en una comunidad.
Un distrito de la ciudad es exitoso cuando el individuo se siente seguro en sus espacios públicos al compartirlos con extraños.
 Jane Jacobs (1961)

El espacio público motiva la participación de los ciudadanos y su interés por cuestiones comunitarias. Una ciudad sin plazas, ni parques, ni espacios para el encuentro casual, no solo sería pobre ambientalmente sino también en los aspectos socio urbanísticos.
Estudios recientes han demostrado que zonas urbanas donde existen espacios con más árboles es donde menos delitos se cometen. La investigación, publicada en el número más reciente de la revista especializada Landscape and Urban Planning, corrió a cargo de Mary K. Wolfe y Jeremy Mennis, del Departamento de Geografía y Estudios Urbanos de la Temple University.
En cuanto a la posible explicación de este fenómeno, los autores sostienen que, por un lado, las áreas verdes estimulan a las personas a salir y ocupar el espacio público, hacerlo suyo, lo cual debilita la ocurrencia de crímenes. Reforzando estos lugares se puede encontrar una solución viable para el tema de la inseguridad ciudadana y la violencia urbana.

En Escocia se realizó un estudio que sugiere que visitar áreas verdes y parques puede relajar nuestra mente. Caminar en un lugar lleno de árboles tiene un efecto calmante y no requiere atención mental dirigida por lo que pasar tiempo en estos lugares “purifica” el cerebro.
Estudios han demostrado que quienes viven cerca de parques y otras concentraciones de árboles tienen niveles más bajos de hidrocortisona –hormona relacionada con el estrés–  en comparación con habitantes de edificios rodeados sólo por concreto; y que los niños con déficit de atención suelen tener mejores resultados en exámenes cognitivos después de haber caminado por zonas arboladas.
Es también a través del espacio público que podemos constatar la calidad de una ciudad, su estética, la calidad de vida de sus habitantes, así como el nivel de apropiación de estos espacios por parte de la gente.  Los lugares comunes que están en buenas condiciones hermosean el sector donde se encuentran situados.
El espacio público estimula la actividad socio cultural. Es un lugar donde se desarrollan las relaciones sociales, de identificación y de intercambio colectivo. Asimismo auspician las expresiones comunitarias, refuerzan el tejido social provocando que más y más personas se unan a la convivencia. Las personas encuentran en estos espacios la oportunidad de compartir sus sentimientos, sus habilidades, sus destrezas, sus capacidades histriónicas o de servicio a la comunidad.
La única forma de darse cuenta de lo importante que es el espacio público es teniéndolo, así lo atestigua una comunidad en la ciudad de Bogotá: Nunca habían visto su sector tan limpio y ordenado y ni siquiera se habían percatado del ancho de sus banquetas. Sí quedó muy lindo, claro. Esto cambió ciento por ciento de aspecto”[1]. Acudo a este testimonio porque estoy convencida de que con el tiempo nos acostumbrarnos a las carencias o en su defecto, al deterioro y no podemos imaginar el gran potencial que tienen estos espacios y que no pueden ser reemplazados por otro tipo de espacios como los muy populares centros comerciales, de recreación y de servicios.
El espacio público de calidad también apoya la economía y fomentan el desarrollo local; al motivar a la iniciativa privada a la construcción de vivienda, comercio y servicios; asimismo, atraen al turismo cuando se conjuga con actividades recreativas y tradicionales del lugar. En conclusión, podemos afirmar que los espacios públicos tienen gran importancia para la sociedad, ya que de verdad la unen más y hacen el convivio más fácil y agradable, lo que fomenta la disminución de la violencia y crea una mejor ciudad.

Condiciones actuales y transformación de los espacios públicos en nuestra ciudad.
En muchas partes del mundo hay una crisis del espacio público en sus dos dimensiones: como elemento ordenador y polivalente, como lugar de intercambio y de vida colectiva, en cada zona o barrio, y también como elemento de continuidad, de articulación de las distintas partes de la ciudad, de expresión comunitaria, de identidad ciudadana (Borja, J.2001: p 21).

La falta de políticas públicas, el crecimiento de la pobreza y el desempleo, la gestión local no ha podido prevenir ni corregir el deterioro ni las constantes y, en muchos casos toleradas, invasiones privadas de lo público que, en muchas ciudades, han afectado notablemente la calidad de vida, la seguridad y el medio ambiente.
A partir de la década de los 90’s, se aprecia una transformación del concepto de espacio público. La evolución de las ciudades trae consigo nuevas prácticas en el uso del espacio y es así como nos percatamos que las personas suelen frecuentar cada vez menos las plazas y las calles como lugares de encuentro y comunicación directa y en cambio se privilegia los grandes centros comerciales, recreativos o de servicios, los espectáculos deportivos o artísticos; debilitando con esto el sentido de pertenencia e identidad y trastocando la diferencia primordial entre lo público y lo privado.
Aunado a lo anterior, en nuestra ciudad como en muchas ciudades de nuestro país, se ha popularizado los regímenes de condominio que son urbanizaciones de vivienda que privatizan lo urbano y gestionan su propio espacio privado de uso público.
Otro problema lo encontramos en el comercio ambulante, que bajo el argumento de la crisis económica y de la enorme necesidad que se tiene de conseguir trabajo; han invadido y se han apoderado de cuanto territorio público está disponible. Calles, banquetas, parques, cualquier espacio desocupado es vulnerable y susceptible de apropiación impune.
La disminución de los espacios públicos es una realidad que no podemos dejar de ver.  Los pocos espacios que existen se caracterizan por falta de atención y mantenimiento debido a la falta de un programa integral de gobierno y comunidad que retome los ejes ambiental, social y urbano. Hoy en día es innegable el desapego e indiferencia hacia los espacios públicos.
El sentido figurado de lo invisible, expresa fielmente lo que vivimos los ciudadanos de esta ciudad. Sin buscar culpables asumimos la responsabilidad de permanecer indolentes ante la mayor parte de las acciones en torno al espacio público, aunado a la comodidad de una Autoridad que determina qué, cuándo y cómo se ha de manejar el desarrollo urbano, todo esto sin tener un plan de ciudad, que efectivamente funcione.
Hacernos visibles nosotros como ciudadanos, señalar las acciones que deseamos sean cristalizadas y al mismo tiempo; ser el pistón que ACTIVE el motor. A esto debemos aspirar!.

Causas del deterioro.
Es necesario saber cuáles son las causas del deterioro y abandono de los espacios públicos, para de esta manera estar en posibilidad de evitarlas y reconvertirlas en acciones de mejoramiento.
Entre estas causas, están:
·         Falta de atención y mantenimiento.
Un mantenimiento deficiente propicia abandono, usos indeseables y conductas antisociales que generan una percepción de inseguridad. Son espacios con poca actividad que facilitan que un grupo se apropie de ellos y genere conductas no sociables o delictivas. Un espacio así, no se antoja frecuentar.

 ·         Mala ubicación o difícil acceso
Existen espacios que por su disposición y/o ubicación no invitan al peatón a utilizarlos, ya sea porque tienen entradas angostas o muy oscuras que generan un ingreso poco visible, confuso o porque en ocasiones el acceso para peatones se dificulta al estar rodeados de vialidades anchas y de alta velocidad.
·         Falta de mobiliario o de instalaciones adecuadas
Existen elementos básicos de comodidad que permiten un uso eficiente e intensivo del lugar y prolongan la permanencia de los usuarios. Por ejemplo, aquellos sitios para sentarse o abrigarse de condiciones climáticas adversas.
Hacienda Los Venados, Tijuana, B.C.
Dinámica de inseguridad.
Cuando un lugar se percibe como inseguro provoca temor en los ciudadanos, se refugian en sus hogares a horas tempranas, dejan de realizar actividades compartidas, evitan pasar por ciertas zonas o eluden utilizar los espacios públicos por completo; el deterioro ambiental, que se refiere a la acumulación de basura, a la presencia de grafitti, a la falta de poda de árboles y áreas verdes, mobiliario urbano deteriorado, reposición de luminarias; transmite un mensaje que el gobierno no se hace cargo de los espacios públicos y, por lo tanto, son “tierra de nadie”, situación que es aprovechada por los vagos y/o delincuentes para adueñarse del lugar en virtud de la falta de seguridad pública, de la ineficacia de los cuerpos policiacos y de la corrupción que existe en el medio.

Propuesta.
No solo una, sino muchas propuestas se han ventilado en diferentes foros, en diferentes mesas de discusión, sin embargo es necesario seguir insistiendo, no claudicar en hacer los señalamientos con fundamento práctico con el fin de tomar consciencia y participación en este importante tema, que más que causar indignación, va degradando a nuestra ciudad hasta llevarla a los ámbitos de deterioro irreversible.
¿A quién correspondería la planificación de la nueva ciudad y el espacio urbano? A arquitectos y urbanistas, por supuesto. Pero también a los propios usuarios de la ciudad", como lo afirmara Henri Lefevre, para quien la idea de la nueva ciudad "significó la reapropiación del espacio, del entorno y, en definitiva, de la ciudad, como si se tratara del propio cuerpo para el habitante". Una idea que, enfatizó Lefevre, conlleva necesariamente la autogestión territorial y la descentralización política, que es el horizonte insustituible de la democracia.
He aquí algunas de las acciones que deberían ser contempladas en una estrategia de participación:
·   1.  Implementar políticas públicas donde se construyan, espacios que favorecen el contacto y la cohesión social dentro del marco de una sociedad diversa, donde exista la oportunidad de crear verdaderos ciudadanos comprometidos con su ciudad interviniendo en la construcción social y cultural de la misma. 

·    2.  Cuidado, promoción y fortalecimiento del espacio público.
Promover el rescate, diseño y la construcción de los espacios públicos más seguros, ordenados y con identidad; a través de su regeneración, rehabilitación o nueva creación; con el fin de brindar mayor calidad de vida a los usuarios.
·   3.   La participación ciudadana a través de la intervención de diferentes actores, de grupos sociales diversificados, con requerimientos y concepciones diferentes. Sí se desea crear un “gran lugar”, se tendrá que incluir a tanta gente como sea posible. En este sistema complejo de actores se deberán conciliar intereses a través de una diversidad de propuestas que  resuelvan y ejecuten soluciones adaptadas a cada situación. El espacio resultante sólo puede alcanzar su mayor potencial si puede ser sensible y útil para el grupo más amplio de personas.

·   4.  Conformar un Comité Técnico donde haya representatividad de la Autoridad, vecinos, donde se recomienda la participación de un profesionista en el área de la arquitectura y/o urbanismo. Este tipo de estructuras de trabajo fortalece la participación ciudadana provocando una apropiación comunitaria sobre el tema y las acciones que de éste se desprendan.
·   5.  Es definitorio el papel del gobierno en la gestión del espacio público. Se propone se retome el rol principal que tiene en la construcción, operación y mantenimiento de los mismos.

·   6.  Creación de talleres participativos donde, los vecinos se encuentran en espacios de discusión, actualización y seguimiento de las acciones sobre el espacio público. Donde se conjunten las visiones y se exprese como se entienden e imaginan los espacios en común.
·  7. Implementación de concursos para profesionistas y estudiantes de escuelas de arquitectura y posgrados, donde se puedan obtener variedad de respuestas a las diferentes opciones de espacio público. En las universidades existe un gran potencial de creatividad que debe ser aprovechado en beneficio de la ciudad.

·    8.  Establecer convenios con universidades para llevar a cabo intervenciones en el espacio público, donde pasantes, estudiantes o docentes distinguidos sean honrados con este tipo de trabajos. Donde los alumnos incorporen en sus propuestas un mayor conocimiento de la realidad.
9.  Elaboración de un documento donde se establezcan los Criterios Técnicos, que sirva de guía para tomar decisiones acerca de la vegetación, iluminación, el mobiliario urbano, nomenclatura y requerimientos para personas discapacitadas, entre otros.
10.  La propuesta de un plan de construcción y mantenimientos de espacios públicos que se incluyan en toda la ciudad, sin que suceda lo que ha sucedido a la fecha: se crean y se habilitan los espacios y al poco tiempo nadie se acuerda de ellos, quedando en el total abandono y a expensas del vandalismo y la inseguridad. Da mejor resultado revitalizar áreas urbanas con pequeñas mejoras que con grandes proyectos[2].
Enseñar a través de la acción: ligeras intervenciones, más rápido, más barato en espacios públicos permiten echar a rodar la pelota y generar interés en los objetivos.Cambiar la percepción que los vecinos tienen, puede sacudirlos de su complacencia, y ayudará a acumular algunas victorias rápidas para conseguir apoyo para los cambios más grandes.

11. Implementar actividades culturales, recreativas y deportivas en los espacios públicos. Generar actividad permanente que provoca la presencia de la comunidad como vigilantes naturales del espacio.

12. Acciones constantes e ininterrumpidas de la policía sobre los espacios públicos. Es necesario entender que la construcción de espacios no lo es todo. Que posterior a su creación se requiere la vigilancia de vecinos y acciones de resguardo y cuidado del orden por parte de agentes policiacos.

13.  Mejorar los diseños urbanos de los espacios públicos con el fin de obtener productos de gran valía en su conformación urbana.

14.  Destinar aportes de los comerciantes organizados del sector, que pudiera ser el que corresponde al permiso de operación mercantil para contratar personas que se ocupen de mantener aseado y en buen estado el sector.
MArq. Diana Nieto Adame




[1] NULLVALUE , el tiempo.com, sección Bogotá, 12 de agosto 1996
[2] García Orso, Armando, Estructuras de la memoria, 2010, Cielo negro editores Tijuana.